— Hoy nos
metemos en una conversación de Jesús con los suyos en el Monte de los Olivos. Habían estado en el templo. Al salir del Templo le dice uno de sus discípulos:
-Maestro, mira qué piedras y qué edificios. 2 Jesús le responde:
-¿Ves estas grandes construcciones? No quedará aquí piedra sobre piedra que no
sea derruida (Mc 13,1-2).
Para ellos es el fin del mundo: grandes piedras, y el edificio más emblemático
de su ciudad.
— Quedan inquietos y al regresar a Betania se quedan
descansando y charlando desde la otra loma. 3 Y estando sentado Jesús en el
Monte de los Olivos, enfrente del Templo, le preguntaron a solas Pedro,
Santiago, Juan y Andrés: 4 -Dinos cuándo ocurrirán estas cosas y
cuál será la señal de que todo esto está a punto de llegar a su fin. 5
Entonces comenzó Jesús a decirles: -Mirad que no os engañe nadie. 6
Vendrán en mi nombre muchos diciendo: "Yo soy"; y a muchos los
seducirán. 7 Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de
guerras, no os inquietéis; porque es necesario que ocurra, pero todavía no es
el fin… (Mc 13,3-7)
— Al final, lo que parece muy poderoso se hundirá. 24 Pero en
aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá y la luna
no dará su resplandor, 25 y las estrellas caerán del cielo, y las
potestades de los cielos se conmoverán. 26 Entonces verán al Hijo
del Hombre que viene sobre las nubes con gran poder y gloria. 27 Y
entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos desde los cuatro
vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. 28
Aprended de la higuera esta parábola: cuando sus ramas están ya tiernas y
brotan las hojas, sabéis que está cerca el verano. 29 Así también vosotros, cuando
veáis que suceden estas cosas, sabed que es inminente, que está a las puertas. 30 En verdad os digo que no pasará
esta generación sin que todo esto se cumpla. 31 El cielo y la tierra
pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mc 13,24-31). No hay que dejarse llevar por las
apariencias ni el poderío humano (dinero, influencias, qué dirán, opinión
pública, …).
— ¿Cuándo sucederá? Nadie sabe de ese día y de esa hora: ni los ángeles en el cielo, ni el
Hijo, sino el Padre (Mc 13,32).
No vale la pena hacer cálculos, mejor estar siempre preparados: Estad atentos, velad: porque no sabéis cuándo será el momento (Mc 13,33).
— También nuestra vida tiene un tiempo limitado. De
joven uno piensa menos en estas cosas, pero es bueno no olvidarlas, en
cualquier momento el Señor nos puede llamar. ¿Qué encontraría en mi vida?
— Una de las grandes preguntas: ¿para qué estoy en el
mundo? ¿Para sobrevivir o algo más? Que tu vida no sea una vida estéril. Sé
útil. Deja poso. Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. / Borra, con
tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores
impuros del odio. Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de
Cristo que llevas en el corazón (Camino,
1).
— Ahora, en diálogo con el Señor, es un buen momento
para reorganizar nuestra vida de modo que hagamos algo que valga la pena. Para
eso, primero, conviene que nos detengamos a poner orden en ideas y fijar objetivos. Si no tenemos una meta clara, somos como un almacén con trozos
de película, muchos de ellos con momentos emocionantes, duros, felices,
gozosos, tristes, pero todo incoherente.
— Descubrir el proyecto amoroso de Dios para cada
uno, sabiendo contemplar lo pequeño, descubriendo su providencia en lo que nos
pasa, viendo las cosas con objetividad, es una de las tareas más apasionantes de la vida.
— Para esto nos ayudará mucho leer, meditar, vivir el
Evangelio: Ojalá fuera tal tu compostura y tu conversación que todos pudieran
decir al verte o al oírte hablar: éste lee la vida de Jesucristo (Camino, 2).
— Que la Santísima Virgen nos ayude a vivir, como
ella, cerca de Jesús y aprendiendo de él.
Don Francisco me gusta mucho la biblia, pero lo cierto es que no sé por donde cogerla y quizá también me falte tiempo. Digamos que el espíritu me pide otras cosas, aunque crea que es una gran obra y no me moriré sin haberla visto. Lo he encontrado de casualidad, la curiosidad mató al gato. Siento mucha simpatía por Dios y gozo de su espiritualidad, Él me ha otorgado un gran milagro y puedo decirle que lo he visto una vez en forma de luz de arco iris. Se formo una figura como un ojo y sentí su gran poder y respeto. Lo amo como Él me ama a mí.
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