Fe: Si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros?
– El próximo domingo escucharemos en la
primera lectura de la Misa uno de los textos más desconcertantes del AT: 1 Dios
puso a prueba a Abrahán. Y le llamó: -¡Abrahán! Éste respondió: -Aquí estoy. 2
Entonces le dijo: -Toma a tu hijo, a tu único hijo, al que tú amas, a Isaac, y
vete a la región de Moria. Allí lo ofrecerás en sacrificio, sobre un monte que
yo te indicaré (Gn 22,1-2). Hoy nos parece una petición absurda y a la
que no habría que obedecer, pero en aquella época eran frecuentes los
sacrificios humanos a los dioses cananeos, y el Señor todavía no se había
manifestado plenamente a Abrahán.
– A Abrahán se le
hundiría todo, y le dolería en el alma, … pero se dispone a cumplir la voluntad
de Dios aunque no entienda: 9
llegaron al lugar que Dios le había dicho; construyó allí Abrahán el altar y
colocó la leña; luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la
leña. 10 Abrahán alargó la mano y empuñó el cuchillo para inmolar a
su hijo. 11 Pero entonces el ángel del Señor le llamó desde el
cielo: -¡Abrahán, Abrahán! Él contestó: -Aquí estoy. 12 Y Dios le
dijo: -No extiendas tu mano hacia el muchacho ni le hagas nada, pues ahora he
comprobado que temes a Dios y no me has negado a tu hijo, a tu único hijo. 13
Abrahán levantó la vista y vio detrás un carnero enredado en la maleza por los
cuernos. Fue Abrahán, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en vez de su
hijo (Gn 22,1-13). Ahora se entiende mejor. Dios no quería la muerte de
Isaac, sino probar la fidelidad de Abrahán, y por eso no lo deja hacerle daño
alguno. Abrahán fue fiel: se fío de Dios, aunque en ese momento no
comprendiera, y poco a poco fue conociendo mejor su lógica. Por eso es nuestro padre en la fe.
– La fe es una virtud
que requiere esfuerzo vivir, porque no siempre se comprende todo ni el porqué
de las cosas. Pero no es una confianza irracional, sino fiarse de un Dios que
tenemos experimentado que es bueno y busca lo mejor para sus hijos. Si nos
fiamos de Dios y somos generosos, siempre veremos que Él no se deja ganar en
generosidad y nos da mucho más de lo que imaginábamos.
– Dios tenía un plan
para Abrahán y se lo fue desvelando poco a poco. Así hace el Señor con la
vocación de cada uno. Abrahán fue secundando lo que Dios le pedía, aunque
tardaran en llegar los resultados: ni la tierra ni la descendencia numerosa que
le había prometido llegaban, y cuando parecía que la descendencia podía ser
cierto, ya que tuvo en su ancianidad un hijo, ahora le pide que lo sacrifique…
pero no se rebela por no entender, sino que confía en Aquel que lo llamó.
– Así hace con nosotros.
Espera que nos fiemos, que vivamos de fe. A veces quisiéramos entender mejor su
lógica, pero nos supera,… no importa. Es bueno, misericordioso y buen pagador.
Nunca nos arrepentiremos de haberlo seguido.
– La escena del
Evangelio del domingo, aunque parece muy distinta a lo que venimos
considerando, tiene mucha relación. 2
Seis días después, Jesús se llevó con él a Pedro, a Santiago y a Juan, y los
condujo, a ellos solos aparte, a un monte alto y se transfiguró ante ellos. 3
Sus vestidos se volvieron deslumbrantes y muy blancos; tanto, que ningún
batanero en la tierra puede dejarlos así de blancos. 4 Y se les
aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús. 5 Pedro,
tomando la palabra, le dice a Jesús: -Maestro, qué bien estamos aquí; hagamos
tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. 6
Pues no sabía lo que decía, porque estaban llenos de temor. 7
Entonces se formó una nube que los cubrió y se oyó una voz desde la nube: -Éste
es mi Hijo, el amado: escuchadle. 8 Y luego, mirando a su alrededor,
ya no vieron a nadie: sólo a Jesús con ellos. 9 Mientras bajaban del
monte les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo
del Hombre resucitara de entre los muertos. 10 Ellos retuvieron
estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los
muertos (Mc 9,2-10). Antes de la Pasión, cuando ya van de camino a
Jerusalén, Jesús quiere hacer al menos a tres discípulos partícipes de su
gloria, aunque sea por un momento, para que cuando lleguen los momentos duros
de la pasión no pierdan la esperanza.
– Pero hay un detalle
significativo. Cuando habla Dios Padre llama a Jesús mi Hijo, el amado lo mismo que Isaac era para Abrahán tu hijo, al que amas. Lo que Dios no
permitió que Abrahán sufriera, la muerte de su hijo, el mismo Dios Padre lo
sufrió al permitir que su Hijo muriera en la Cruz para redimirnos de nuestros
pecados. ¡Hasta ese límite llegó su amor por ti y por mi! Que lo agradezcamos,
y no dejemos caer en saco roto tanta bondad con cada uno de nosotros.
– Vivir de fe es vivir
confiados en Dios. Por eso nos dice San Pablo en la segunda lectura: Si Dios está con nosotros, ¿quién contra
nosotros? 32 El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todas las cosas? 33
¿Quién presentará acusación contra los elegidos de Dios? ¿Dios, el que
justifica? 34 ¿Quién condenará? ¿Cristo Jesús, el que murió, más
aún, el que fue resucitado, el que además está a la derecha de Dios, el que
está intercediendo por nosotros? (Rm 8,31b-34).
– La vida de la Virgen
fue un continuo fiarse de la voluntad de Dios y secundar sus planes. Por eso es
madre y maestra de fe. A ella le pedimos que nos ayude a entrar en la lógica de
Dios, a vivir de fe.
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