Recomponer las piezas de nuestra vida
– Cuaresma, tiempo
de encuentro con el Señor para poner a punto nuestra vida. El Evangelio del
domingo nos presenta una escena dura: 13 Pronto iba a ser
la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. 14 Encontró en el
Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus
puestos. 15 Con unas cuerdas hizo un látigo y arrojó a todos del
Templo, con las ovejas y los bueyes; tiró las monedas de los cambistas y volcó
las mesas. 16 Y les dijo a los que vendían palomas: -Quitad esto de
aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado (Jn 2,13-16).
– No es normal ver
a Jesús enfadado, pero en esta ocasión reaccionó con energía para cambiar una
situación que se había ido degradando poco a poco. Era necesario tener en
Jerusalén dónde comprar lo necesario para los sacrificios, cambio, recuerdos y
regalos para llevar a la familia. En el templo, los sacerdotes dejaron que se
establecieran algunos puestos para prestar estos servicios, pero con el tiempo
aquello terminó siendo un mercado bullicioso y no un lugar donde ponerse en la
presencia de Dios.
– Así puede
suceder con nuestra vida. Estamos llamados a ser hombres de Dios, y hay cosas
que son necesarias: el descanso, la diversión, los instrumentos de trabajo, la
comida y la bebida, el amor,… pero todo eso puede ir arrinconando a Dios y a
sus cosas, hasta dejarlo casi olvidado.
– En la cuaresma,
hoy, Jesús nos recuerda que hay que reaccionar y cambiar. Nosotros mismos no
estamos del todo a gusto cuando cedemos a la flojera y hacemos sólo lo que nos
apetece. Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que
descansa en ti. Hoy es un buen día para proponernos de verdad tirar todos
los trastos que estorban, poner orden en nuestra vida, y dejar todas las piezas
en su sitio.
– En el AT eso se
diría, abandonar el hattat (pecado) para dejar todo en šalom
(paz). A diferencia de lo que sucede en español, en hebreo paz es
exactamente lo contrario de pecado. Está en hattat algo que está
desordenado o incompleto. Cuando estamos en pecado tenemos el desasosiego de
que algo no encaja en nuestra persona o en la relaciones nuestras con los demás
ni con Dios. No recuperaremos la serenidad hasta que nada falte y todo esté en
orden, es decir hasta que esté en šalom.
– En el sacramento
de la penitencia el hattat se cambia en šalom, por eso el
sacerdote al terminar nos dice: «vete en paz». Este fin de semana es un buen
momento para dejar al Señor que ponga orden en nuestra vida con una buena
confesión.
– ¿Cuál es ese
orden al que ajustar nuestra vida para que nada le falte? Nos lo dice la
primera lectura de la Misa: 2 -Yo soy el Señor, tu Dios, que te
ha sacado del país de Egipto, de la casa de la esclavitud 3 No
tendrás otro dios fuera de mí. 4 No te harás escultura ni imagen, ni
de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo
que hay en las aguas por debajo de la tierra. 5 No te postrarás ante
ellos ni les darás culto, porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso que
castigo la culpa de los padres en los hijos hasta la tercera y la cuarta
generación de aquellos que me odian; 6 pero tengo misericordia por
mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos. 7 No
tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano, pues el Señor no dejará impune
al que tome su nombre en vano. 8 Recuerda el día del sábado, para
santificarlo. 9 Durante seis días trabajarás y harás tus tareas. 10
Pero el día séptimo es sábado, en honor del Señor, tu Dios. No harás en él
trabajo alguno, ni tú ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu
ganado, ni el extranjero que habita junto a ti. 11 Pues el Señor en
seis días hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que contiene, pero el día
séptimo descansó. Por eso el Señor bendijo el día del sábado y lo santificó. 12
"Honra a tu padre y a tu madre para que se prolonguen tus días sobre la tierra
que el Señor, tu Dios, te da. 13 No matarás. 14 No
cometerás adulterio. 15 No robarás. 16 No darás falso
testimonio contra tu prójimo. 17 No codiciarás los bienes de tu
prójimo; ni codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo ni su esclava, ni
su buey, ni su asno ni nada de lo que pertenezca a tu prójimo (Ex 20,2-17).
– No son caprichos
ni mandamientos arbitrarios, sino el manual de instrucciones del fabricante
para que funcionemos buen, con buen rendimiento y a gusto, siendo felices.
– Pidamos a la
Virgen que nos ayude a poner ese orden que nuestra persona entera necesita.
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